Mundial Rusia 2018: ¿Por Qué Argentina No Pudo Ganar?
¡Hola, a todos los fanáticos del fútbol! Hoy vamos a meternos de lleno en uno de los temas que todavía nos hace pensar y, a veces, lamentar: el Mundial de Rusia 2018 y la actuación de nuestra querida selección argentina. Chicos, seamos sinceros, todos esperábamos que la Albiceleste levantara la copa, ¿verdad? Con un equipo lleno de estrellas, y con el genio de Lionel Messi a la cabeza, las expectativas estaban por las nubes. Pero, ¡ay! El fútbol tiene estas cosas. A pesar de todo el talento, el equipo no logró conectar y los resultados no fueron los esperados. Vamos a desgranar un poco qué pasó en esa campaña rusa y por qué, a pesar de tener todo para triunfar, el sueño de la tercera estrella se esfumó.
La previa: Ilusiones y presiones
Antes de que rodara la pelota en Rusia, el ambiente en Argentina era una mezcla de ilusión y una presión tremenda. ¿Por qué? Bueno, fácil: teníamos a uno de los mejores jugadores del mundo, Lionel Messi, buscando esa copa que tanto se le había escapado. A su lado, un montón de jugadores talentosos que brillaban en sus clubes europeos. La prensa, los hinchas, ¡todos dábamos por sentado que Argentina llegaría lejos! Se hablaba de que era el último tren para Messi, y eso le daba un condimento extra a la previa. Sin embargo, esta misma expectativa generaba una presión casi insoportable. Cada partido se sentía como una final antes de tiempo, y cualquier tropiezo, por pequeño que fuera, se magnificaba. ¿Se acuerdan de las Eliminatorias? ¡Casi nos quedamos afuera! Esa montaña rusa de emociones previas al Mundial ya nos indicaba que no iba a ser un camino fácil. La dirigencia de la AFA, los cambios de técnico justo antes de la competencia, todo eso generaba un clima de cierta inestabilidad que, aunque no queramos admitirlo, podía afectar al grupo. La idea era clara: ganar o ganar. Y esa mentalidad, a veces, puede jugar en contra cuando el deporte te exige calma, estrategia y, sobre todo, disfrutar del juego. La preparación no fue la ideal, con amistades que se suspendieron y con un equipo que no terminaba de encontrar su mejor forma. La confianza estaba ahí, pero ¿la armonía en el campo? Eso era otra historia, y en un torneo tan corto y competitivo como un Mundial, cada detalle cuenta, ¡y mucho!
La fase de grupos: Un comienzo complicado
El inicio de la campaña argentina en el Mundial de Rusia 2018 fue, por decirlo suavemente, un golpe de realidad. Abrimos contra Islandia, un equipo debutante pero muy ordenado y con una garra impresionante. Empatamos 1-1, y sí, hubo un penal que Messi no pudo convertir. ¡Un penal que, de haber entrado, hubiera cambiado todo el panorama! Ese resultado nos dejó una sensación de incredulidad y las primeras dudas empezaron a asomarse. Luego, llegó el partido contra Croacia, y aquí la cosa se puso mucho peor. Perdimos 3-0, un resultado contundente que nos dejó en una situación crítica. La defensa se vio superada, el mediocampo no lograba controlar el balón y arriba, a pesar de los intentos, no encontrábamos la forma de lastimar. La imagen que dejó el equipo fue de desorden, de falta de ideas y, para ser honestos, de cierta desesperación. Los diarios explotaron, los programas de televisión ardían y las redes sociales eran un campo de batalla. La presión se multiplicó. ¿Se imaginan lo que deben haber sentido los jugadores? Estar a un paso de la eliminación en la fase de grupos, con todo un país detrás, esperando un milagro. Finalmente, en el último partido contra Nigeria, logramos una victoria agónica por 2-1, con un gol de Marcos Rojo en los últimos minutos. Ese gol nos salvó del papelón y nos metió en octavos de final, pero la clasificación se dio de forma sufrida y con muchas interrogantes sobre el nivel real del equipo. Salimos segundos en el grupo, detrás de Croacia, y nos tocaba enfrentar a Francia, uno de los equipos más fuertes del torneo. Fue un alivio clasificar, sí, pero la forma en que se dio todo nos dejó con un sabor amargo y la sensación de que, si no se cambiaba algo drásticamente, el camino se haría insostenible. La fase de grupos fue un espejo de las dificultades que veníamos arrastrando: falta de solidez defensiva, poca claridad en el mediocampo y una dependencia excesiva de las genialidades individuales, que no siempre aparecían. ¡Fue un verdadero infierno!
El partido contra Francia: El adiós a Rusia
Llegamos a los octavos de final contra Francia, y la verdad, el panorama no era alentador. El equipo francés venía mostrando un gran nivel, con una delantera joven y rapidísima, encabezada por Kylian Mbappé, que ya empezaba a dar que hablar. Nosotros, por nuestra parte, seguíamos con las dudas a cuestas. El partido se jugó el 30 de junio de 2018 en el Kazán Arena, y desde el principio se notó la superioridad física y la velocidad de los franceses. Ellos nos superaban en el ataque, y la defensa argentina, que ya venía mostrando fisuras, se vio desbordada en varias ocasiones. El primer gol de Francia, un penal polémico convertido por Antoine Griezmann, nos puso abajo en el marcador. A pesar de ello, el equipo argentino sacó a relucir su garra y, gracias a un golazo de Ángel Di María y a otro de Gabriel Mercado, logramos irnos al descanso con una ventaja de 2-1. ¡Parecía que podíamos dar la sorpresa! Pero, chicos, la segunda mitad fue un torbellino para nosotros. Francia salió con todo, y Mbappé se destapó. Anotó dos goles en pocos minutos, aprovechando los espacios que dejábamos y nuestra lentitud para replegar. El cuarto gol de Francia, anotado por Griezmann, sentenció el partido. Terminamos perdiendo 4-3, en un encuentro épico pero doloroso. Fue una derrota que nos dejó fuera del Mundial, y con la sensación de haberlo intentado, pero de no haber sido suficientes. La superioridad física, la velocidad y la contundencia de Francia fueron demasiado para una Argentina que, a pesar de su corazón, mostró sus limitaciones. Se terminó así la aventura rusa, con la desilusión de no poder alcanzar el objetivo soñado. Fue un partido vibrante, lleno de idas y vueltas, pero al final, la balanza se inclinó para el lado francés. Una pena, de verdad, porque veíamos la posibilidad de seguir avanzando, pero la realidad fue otra.
¿Por qué no se dio?
La pregunta del millón, ¿verdad? ¿Por qué Argentina no pudo ganar el Mundial de Rusia 2018? Son muchas las razones, y seguro que cada uno de ustedes tiene su propia teoría. Pero si intentamos ser objetivos, podemos destacar varios puntos clave. Primero, la falta de un estilo de juego definido. El equipo no tenía una idea clara, dependía mucho de la inspiración individual de Messi y de otros jugadores. No había una estructura sólida que permitiera al equipo funcionar como una unidad. Segundo, la inestabilidad táctica y los cambios constantes. Sampaoli, el técnico, probó con diferentes esquemas y formaciones, y el equipo nunca encontró la regularidad necesaria. Esto generaba confusión en los jugadores y falta de confianza. Tercero, la fragilidad defensiva. Hemos visto a lo largo del torneo cómo la defensa era un punto vulnerable, cometiendo errores que nos costaron caro. No había solidez ni concentración. Cuarto, la presión y la falta de manejo de grupo. Es posible que la presión externa y la interna haya afectado a los jugadores, y que la relación entre cuerpo técnico y futbolistas no haya sido la óptima. A veces, cuando el ambiente no es el mejor, el rendimiento deportivo se resiente. Finalmente, y aunque duela decirlo, la superioridad de otros equipos. Francia demostró ser un equipo muy sólido, joven, rápido y con hambre de gloria. Bélgica, Croacia, las potencias de siempre, también mostraron un nivel altísimo. Quizás, en ese momento, Argentina no estaba para competir al máximo nivel contra esos rivales. Fue una suma de factores, un cóctel de problemas que impidió que la Albiceleste desplegara todo su potencial y luchara por la copa. En resumen, no se dio por una combinación de falta de identidad futbolística, problemas tácticos, debilidades defensivas, manejo de grupo cuestionable y, también, por la fortaleza de los rivales. ¡Una lástima, pero así es el fútbol!
Reflexiones finales y el futuro
El Mundial de Rusia 2018 quedó atrás, pero las lecciones que nos dejó son importantes, chicos. Si bien la decepción fue grande, es fundamental analizar qué salió mal para no repetir los mismos errores en el futuro. La selección argentina tiene una rica historia y siempre habrá talento de sobra. Lo que se necesita es una estructura sólida, un proyecto a largo plazo, un técnico que tenga claridad en su idea y, sobre todo, un ambiente de trabajo positivo donde los jugadores se sientan respaldados y cómodos. Es crucial que la AFA y los responsables del fútbol argentino aprendan de este fracaso y tomen decisiones inteligentes. No se trata solo de tener a los mejores jugadores, sino de saber cómo potenciar ese talento, cómo crear un equipo cohesionado y cómo gestionar la presión inherente a representar a un país entero. El camino hacia un nuevo Mundial siempre está lleno de desafíos, pero la pasión de los hinchas argentinos es inagotable. Esperemos que los errores del pasado sirvan como trampolín para construir un futuro más exitoso. El fútbol argentino tiene la capacidad de reinventarse, y confiamos en que, con trabajo, unidad y una visión clara, volveremos a estar en la pelea por los grandes títulos. ¡Aguante Argentina, siempre!